Shin Tai TanRen: forjar el cuerpo, forjar el corazón del cuerpo a través de la mente

Forjarse un cuerpo.

Desde hace años, y mucho antes de que comenzara a practicar Budo, escucho esta frase tan vasta en su significación y en sus aplicaciones . O sensei Morihei Ueshiba es uno de mis modelos de “cuerpo de budo”. O sensei Ueshiba forjó y transformó su cuerpo gracias a la práctica de numerosas disciplinas que él abordó . Podemos darnos cuenta de su evolución corporal en las fotos y los videos que nos quedan y que atestiguan. Esta transformación generó su “ transcendente revelación” y el génesis del AIKIDOla via de la unidad.

Si, eso es para mi; el AIKIDO es la vía de la unidad y no solamente de la armonia como es seguidamente y literalmente traducido. ¿Es que acaso no es eso lo que buscamos todos en la práctica del Budo?

Lo mismo ocurre en todas las artes y el deporte en general.

La unidad del cuerpo, del corazón y la mente unidos por el “Ki”, me gusta decir. Porque la forja del cuerpo no puede operar sin esta energía vital que está en nosotros, ni tampoco sin la energía de nuestra propia voluntad para actuar sobre Sí.

La mayoría de los sistemas de educación no siempre favorecen la concienciación del “todo” que constituye un ser humano. Por consiguiente “forjar su cuerpo” no es necesariamente importante o útil para todos.

Ciertas personas que privilegian más el intelecto, no prestan suficientemente atención al cuerpo, lo descuidan y pueden inhibir fuertemente su desarrollo porque se les ha inculcado que esto no era útil. Otras personas que han desarrollado aún más su lado emocional o todavía aquellos que se dedican a ciertas religiones o espiritualidades lo rechazan y pueden incluso ir hasta la mutilación en el objetivo de extirpar los deseos que nacen de sus cuerpos.

Aún allí, ¿no es la expresión de poca importancia que le damos a la utilidad de la forja del cuerpo?

Yo observo, y ustedes también lo pueden ver que, en las disciplinas donde la utilización del cuerpo físico es mayor, tenemos la tendencia a creer que el intelecto y el aspecto emocional son minimizados con respecto al cuerpo físico.

Que paradoja con nuestras disciplinas de Budo que preconizan un desarrollo trilateral del cuerpo, corazón y mente. Yo estoy convencido que el desarrollo de la unidad de estos tres centros es la sola vía del humano para poder nombrarse hombre o mujer. Por lo tanto, la primera vez que logramos alcanzar y vivir esta unidad nos damos cuenta que su equilibrio sigue siendo precario.

La unidad permanente demanda una atención particular y un trabajo extraordinario. Es un esfuerzo de todos los instantes, gigantesco, fenomenal…¿Quien puede hoy en día hacer uso de ella?

Yo conozco muchas personas interesadas por este trabajo. Somos numerosos a hacer el esfuerzo. Es nuestro
caballo de batalla en lo cotidiano. Si, e incluso en una gran guerra! Una guerra interior. Una lucha, de preferencia siempre de cara a nosotros mismos y dentro de nosotros mismos.

Nosotros nos damos cuenta sin cesar, con la humildad necesaria, que tenemos la dificultad de alcanzar este estado de equilibrio que es la unidad ternaria. Desde que pensamos que accedemos, nos caemos. Pero cuando tocamos este objetivo, una “sensación de Si” exaltante nos invade.

El objetivo es ahora de recordar, de memorizar el camino que se creó para que este equilibrio se vuelva permanente. El trabajo recomienza sin verdaderamente haberse detenido, ya que fue un corto momento de sorpresa de sentir por fin ese “algo” que buscamos pero que de hecho no conocíamos todavía .

He aquí por fin “la forja del cuerpo” que comienza.

Personalmente me gustaría decirles que “Shin Tai TanRen” es la disciplina del corazón y del cuerpo a través de la mente. Su objetivo es de unificar el cuerpo, el corazón y la mente por medio del “Ki” e incluso por medio del amor como lo decía O Sensei Morihei Ueshiba.

No es algo nuevo en mi vivencia terrenal como bípedo. Esta sensación no me es para nada extraña. Un día me pregunté: “¿cuándo fue que tuve esta sensación por la primera vez?” Pero, ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo?

Primeramente, durante numerosos años me sumergí y reviví todos los recuerdos de mi vida, mi búsqueda no fue en vano. Hice un esfuerzo de memoria de sensaciones las más vivas en mí y varios niveles de memoria me aparecieron.

Sensaciones desde las más cercanas hasta las más lejanas.

Sensaciones desde las más concretas hasta las más abstractas. Aquellas que eran las más simples con respecto a las más complejas en su definición.

Las sensaciones más sutiles que siempre dejan una huella indescriptible…Caminando en mi mundo interior, remonte hasta mi nacimiento con un objetivo:

El re-co-no(na)cimiento de ésta sensación íntima.

Sin embargo, no logré encontrar verdaderamente mis sensaciones de nacimiento solo. Tuve la suerte de presenciar, dos nacimientos. El de mis dos hijos. Así; acompañando la venida al mundo de mis hijos, nacidos con seis años de intervalo, pude sentir la enorme sensación y la intensidad de mi propio nacimiento.

Sentí el esfuerzo físico y las sensaciones vividas por mi madre, en unidad con mi propio esfuerzo para acceder a la vida entre los humanos. Un cuerpo a forjar es traído al mundo. Respirar solo, ver, sentir, tocar, gustar, moverme, estirarme finalmente en un espacio infinito…

¡Comunicar! ¿Ustedes también se recuerdan?

Les deseo que intenten, poder encontrar esta memoria. Ustedes darán cuenta como yo, que el esfuerzo de nacer no puede ser vivido mas que una sola vez. Este esfuerzo es sobre humano, incluso aquel que dice ser el más fuerte del mundo no puede revivirlo.

He aquí donde la forja de mi propio cuerpo comenzó.
“Ippon Shobu”: Un acto, una vida.

Convertirse en padre me permitió observar los recién nacidos y la energía interna que estos pequeños humanos son capaces de generar para perseguir su existencia. El recién nacido expresa naturalmente: llanto, decisión, coordinación, disociación, velocidad y potencia unificados sin impulso e incluso en un espacio
muy limitado… ¿No es todo esto simplemente la prueba del “Ki”?

Siempre estoy conmovido y en admiración con esta fuerza que proviene de lo natural, por ende, de la naturaleza. Nosotros utilizamos en nuestras disciplinas el término japones: “Shizen-Tai”; el cuerpo natural; la postura que expresa lo natural.

Yo observé a mis hijos y poco a poco a todos los niños que hacían parte de mi entorno. Yo seguí su evolución. Me interesé en el esfuerzo físico de un niño acostado, apenas nacido hasta alrededor de un año de edad. Es el tiempo necesario mínimo para un niño comenzar a caminar.

Afortunadamente para mí había bastantes niños para llevar a cabo esta observación sin estar obligado a esperar un año.

Todos aquellos que somos padres, nos hemos maravillado de la progresión y de la evolución de nuestros hijos durante todo este período.Es un período en donde el niño permanece relativamente largo tiempo en la
posición acostado, sin poder ir muy lejos por sí mismo. Para cada desplazamiento debe ser cargado por los padres.

Por tanto, no es las ganas que le falta de querer moverse para alcanzar la imagen de un objetivo que percute su retina… ¡Ya! una buena comprensión del ejercicio de la gravedad. El proceso de forjar el cuerpo es iniciado interiormente.

He aquí la forja del cuerpo que continúa.

Las neuronas se despiertan.

Comienzo a observar y a preguntarme: ¿Cómo ir de aquí hasta allá?

Las neuronas espejo se ponen en acción y permiten la imitación de movimientos que se ejecutan a mí alrededor. El fortalecimiento muscular puede comenzar. Sin moverse verdaderamente. Todavía algunas semanas, meses, donde se prestan largos y peligrosos esfuerzos y es así que mi musculatura me permite enderezarme, luego darme la vuelta y finalmente ir hacia eso que me atrae.

Enseguida mi musculatura toma mejor forma, me pongo sobre cuatro apoyos y de repente me muevo más rápido. Esto hace nacer un sentimiento de alegría aún desconocido. Me doy cuenta que mientras más me muevo, mi cuerpo se mantiene cada vez mejor y me permite ir adonde yo quiero.

Una sensación nueva aparece, he aquí del por qué tengo más ganas. Esto me da aún nuevas sensaciones, la facilidad en mis movimientos, y sobretodo la longevidad en el esfuerzo. Siento una fuerza interna en mí. Un día una voz me dijo: “Bueno ahora puedes ponerte sobre tus dos pies, como todos aquellos que te rodean y que van en todas las direcciones sin que nada los detenga…”.

Escuché esta voz, pero sobretodo sentí esta fuerza real en mí, antes de levantarme sobre mis dos pies. Mi forja interior alimentada por un fuego ardiente, heme aquí corriendo por todos lados. Mis objetivos eran numerosos y me daban las ganas y la alegría de quedarme de pie, sin maldad por supuesto.

He aquí mi cuerpo forjado para estar a la altura de su futuro como bípedo.

Todos esos momentos de primeras etapas de la evolución de un niño, me convencieron que la fuerza está ya en nosotros para todo lo que queramos hacer y por siempre. Se trata solamente de tener un buen objetivo. Si uno emprende forjar su cuerpo para un propósito específico, hay que preguntarse:

¿Cómo regresar a ese punto de nacimiento del cuerpo tan natural? ¿Cómo conservarlo? ¿Entretenerlo?
¿Florecerlo…?

No obstante al recordarme a mí mismo y observando como adulto todos esos pequeños humanos, ninguno y ninguna tiene un cuerpo de atleta tal como un cuerpo de atleta es definido hoy en día.

¿Por qué esto no es visible, después de todos esos esfuerzos sobre humanos? Llegué a la conclusión que el cuerpo se mueve naturalmente, gracias a la utilización de nuestros llamados músculos profundos.

Es esto lo que nos hace falta conservar en nuestra consciencia, para moverse naturalmente. Forjar y utilizar nuestros músculos profundos, muy seguido olvidados y a veces inhibidos por las ganas de volverse fuerte rápidamente. Podríamos sin ninguna duda efectuar actividades dichas sobre humanas y seguramente sin lesionarse…

Lo natural se convierte en mi ley.

Forjar el cuerpo mediante trofia o hipertrofia desarrollando una musculatura excesiva y bloqueada; para tener la sensación de ser fuerte rápidamente, nunca ha sido mi proyecto para convertirme en un buen practicante de Budo. El Budo es el inverso de todos los deportes que hice en el pasado, en cuanto a su metodología y su tiempo de progresión.

Me encantan todos los deportes. El deporte me emociona profundamente porque él forjó mi cuerpo desde mi dulce infancia. Siempre me conmueve la bonita victoria de un atleta solo o incluso de un equipo entero. Es un trabajo díficil y de sacrificio para alcanzar la cima. Admiro a los atletas y los campeones que duran. Ellos también son guerreros a su manera.

Estan vivos por la eternidad en la memoria colectiva, al igual que un maestro de leyenda en el Budo.
Los campeones y los maestros tienen algo de especial…

¿Una forja diferente? En todo caso esto me impone humildad.

Yo respeto mucho más el deporte porque éste me dio la comprensión que me es necesaria hoy en día para practicar y transmitir correctamente el Budo, el sentido de mi vida.

El deporte me dió el sentido del entrenamiento intensivo: “el Keiko”
Estar en el horno de la Forja.

Esta energía de fuego, esta vitalidad de juventud está siempre presente en mí.

El Budo me hizo comprender que durante todos estos años de practica intensiva, donde mi cuerpo estaba siempre a fondo y llevado hasta sus limites, los entrenamientos me imponían no solamente de consumir “lo esencial” para el progreso, pero sobre todo me hacían quemar lo inútil para dejar un espacio más
importante a “este esencial”. Entonces si, efectivamente, durante este período donde nuestro cuerpo es suficientemente maleable, es primordial de calentarlo al rojo vivo…

El deporte también debería cultivar el gesto natural. Es su caso, pero de una manera en general esto ocurre principalmente al comienzo de un aprendizaje. Para forjarse un cuerpo natural, habrá que, tal vez evitar el exceso de competiciones.

La competición puede forjar el gesto justo, en un cuerpo que se ajusta a una técnica que apunta a la excelencia. Pero, esto es posible solo en un tiempo corto, limitado a algunos años.

Pasado este tiempo y una vez la excelencia alcanzada, el cuerpo se vuelve menos maleable, no se forja más y su materia se congela… El agotamiento comienza, el cuerpo se fragiliza. Esto engendra progresivamente una degradación corporal, donde numerosas lesiones ligadas a la sobredosis de entrenamiento que tiene por
solo objetivo, la competición.

El deporte debería mantenerse como una herramienta para forjar la salud, no para destruir el cuerpo. El Budo propone forjar su cuerpo, hacerlo fuerte, hacerlo fiable, cultivar una corporeidad maleable e inteligente a través de movimientos precisos, justos y sobre todo naturales.

Forjarse un cuerpo y de manera justa en el Budo, no es para nada entrar en competición con otros. No es el sentido del Budo. Ni siquiera en pensamientos. Forjar su cuerpo al igual que el acero, “como le gusta decir a algunos”, no es el solo sentido del Budo.

Esto es evidente para un Budoka que práctica con el sable, la Katana hecha de un acero único.
Conocemos el largo y delicado proceso para crear un sable. Cultivar su cuerpo para mejorarlo sin cesar es la propuesta íntima del Budo.

El Budo propone al ser humano este largo proceso igual al de la forja de un sable para durar, envejecer y mantener la fuerza y la energía. Hay que aprender a dar forma, entretener, preservar incansablemente este acero en el seno de la forja.

Pero, ¿De qué acero estamos hablando? ¿Qué pureza de acero? ¿Qué objetivos con éste acero?

Los músculos profundos del humano son el acero puro del recién nacido. Al crecer, debemos aprender a preservar este acero en su estado original, lo que es la mayor dificultad. Porque estos músculos no dependen solo de nuestra voluntad, contrariamente a los músculos superficiales. Podemos tener acceso a ello mediante un trabajo consciente del cuerpo. Así como tenemos la capacidad de actuar sobre nuestra mente o nuestra respiración, mediante técnicas precisas, justas y apropiadas.

Este acero del origen unido al esqueleto, permite al conjunto de lo que constituye un organismo humano formarse y tomar espacio para funcionar en perfecta unidad, él contribuye a una buena utilización del cuerpo, cual sea nuestra actividad terrestre: desde el joven discípulo hasta el maestro, desde el sedentario hasta el atleta de más alto nivel.

¿En qué forja y en cuál forjador se puede cumplir esta misión?

El forjador somos nosotros mismos y la forja es nuestro propio cuerpo. Es gracias a esta observación, este trabajo y el sentido de la búsqueda que yo animo y alimento la llama de mi propia forja.

De ésta forja nació mi método: “RAJI UKEMI Fitness”.

https://www.aikido-budo-raji.com/raji_ukemi_fitness.php

Movimientos simples como el de un niño, movimientos que respiran, en acuerdo con la funcionalidad natural del cuerpo humano, en acuerdo con la ley de la gravedad…
Movimientos conscientes que mantienen el camino y que guardan un vínculo constante con los músculos profundos: “El acero presente en el cuerpo al nacer”.

El esfuerzo constante para mantener la llama, desde la más débil hasta la más alta intensidad, hasta la brasa ardiente. Recomenzar justo antes que la última brasa se enfríe, para que ella pueda recrear una nueva llama.
Una vigilancia y una atención presente en todos los instantes.

Esta es una noción de la Forja que me agrada y, que me gusta transmitir ahora que es mi turno.He aquí como la forja de mi cuerpo continua hoy en día.

Mantener mi llama para no reducirme a cenizas. En la víspera de mis sesenta años, me siento como un joven forjador.

“ShinTaiTanRen” es forjar su Ser, forjar el Corazón del Cuerpo a través de la mente: “SeiShin TanRen”.
Jaff RAJI
7 de junio de 2019

Jaff RAJI

https://www.aikido-budo-raji.com/jaff_raji_biographie.php

Su entrevista con el CODAM Iaido

Les entretiens du CODAM : Jaff RAJI

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